A poco más de dos meses del lanzamiento del plan de Recope de mezclar gasolina con etanol, las dudas están a la orden del día. Los mismos estudios elaborados por la Refinadora evidencian que estamos ante un disparate que les saldrá muy caro a los consumidores. Aun así, las autoridades están empecinadas en hacer realidad un nebuloso plan que contabiliza siete fracasos previos en el país.
Se desconoce de dónde saldrá el etanol o cómo se va a almacenar sin haberse construido la infraestructura necesaria. Recope dice que va a importarlo de Houston o Brasil, pero al mismo tiempo indica que uno de los principales objetivos del programa es dinamizar la agroindustria y evitar la fuga de divisas al exterior. El CNP, incluso, habla de un joint venture de ¢6.000 millones con Recope para construir una planta de producción del biocombustible.
El origen del etanol es crítico para determinar el efecto en el precio de la gasolina. Los cálculos de Recope indican que aumentaría si se importa de Brasil y disminuiría si se trae de Houston. Pero esto no incorpora un detalle señalado en uno de sus estudios: el etanol tiene menos contenido energético que la gasolina, por lo que los conductores tendrán que consumir más combustible para recorrer las mismas distancias. El impacto al bolsillo sería evidente. Además, por ninguna parte se menciona cuál sería el precio si el etanol se produce en el país, como es la intención de Recope.
La introducción del etanol es parte del Plan Nacional de Descarbonización. Irónicamente, este señala al cultivo de caña de azúcar como uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero del sector agrícola. Recope insiste en que habrá una disminución en las emisiones de CO2, pero sus cálculos solo toman en consideración el proceso de combustión del biocombustible. De acuerdo con un estudio, el impacto del etanol en las emisiones es más crítico durante la etapa de producción que durante su combustión. La evidencia internacional es abrumadora en cuanto al magro récord ambiental del etanol, por lo que su adopción en otros países se explica más por los intereses de grupos de presión agrícolas.
En lugar de ocurrencias como esta, deberíamos estar discutiendo la muy necesaria apertura del monopolio de Recope y la liberalización del mercado de combustibles.
Publicado en La Nación el 1 de abril del 2019.